En el ámbito profesional existe la creencia de que las empresas u organizaciones nos pagan por lo que sabemos, en cierta forma es así, sin embargo, el ser humano no solo sabe ejercer las funciones para las que fue contratado, por el contrario está cargado de tantos conocimientos extras que no tienen retribución económica, veamos este ejemplo.
En una empresa pequeña (8 empleados) dedicada al rubro de ventas, el Gerente le pide al equipo elaborar unas promociones de ciertos productos, las cuales deben realizar en una plantilla de Power Point, y difundirla entre sus clientes, el equipo está conformado por: El ingeniero de sistemas, las asesoras de ventas y el analista de inventario, todos pensaron “¿Quién mejor que el ingeniero de sistemas para realizar esta tarea?”.
Evidentemente debía ser un trabajo en equipo pero ellos eligieron poner frente al computador al “experto”, cada uno aportó un poco de lo que sabía, al cabo de 4 horas el resultado fue simplemente un caos (errores ortográficos, faltaba contenido, las imágenes no eran las adecuadas, el texto no estaba alineado en fin).
¿Qué pasó? Que el ingeniero en sistemas no era experto en Power Point, y que el resto del equipo por más que aportaron ideas se sintieron desgastados por el tiempo que estaba tomando la tarea y decidieron dejarlo a cargo. ¿Cuáles fueron las fallas? No trabajar en equipo, no identificar realmente quién tenía las competencias para estar a cargo de la tarea, y asumir que como eres del área de sistemas sabes manejar cualquier programa o aplicativo del computador, sin tener en cuenta que quizá las asesoras de ventas tienen excelente ortografía, o que el analista de inventario tiene conocimientos avanzados en Power Point.
Justo después de ver que estas cosas suceden con frecuencia a nuestro alrededor nos preguntamos ¿conozco realmente mis competencias y las de mi equipo? ¿Cuánto vale el conocimiento? en primer lugar podríamos decir que identificar nuestras habilidades y competencias nos brinda la oportunidad de actuar en situaciones claves para la empresa a la cual le brindamos un servicio e incluso para el equipo al cual pertenecemos.
Por otro lado podemos decir que el conocimiento es un recurso intangible al cual el mercado le da un valor que finalmente no es percibido, por ejemplo cuando somos capaces de resolver un problema con gran facilidad y en un tiempo óptimo en realidad el valor no está en la tarea resuelta sino en la capacidad de optimizar el tiempo, lo que quiere decir que lo tangible es consecuencia de lo intangible, y que el verdadero valor del conocimiento está en lo que no podemos percibir a simple vista sino en todo lo que está detrás.
Las empresas y sus líderes deben enfocarse en capitalizar el valor del conocimiento de sus colaboradores, y una de las formas de hacerlo es generando acciones concretas que permita que sus colaboradores puedan compartir conocimiento, que a su vez se transforme en capital intelectual, y así incrementar el valor del capital humano, todo esto se traduce en productos y servicios con altos estándares de calidad que son el resultado de un capital intangible para la organización.
“El conocimiento, es el valor de descubrir cosas nuevas, de aprender lo que necesitas saber” Katherine Giraldo.
Por: Saraily Barrios