Simplificando un poco el concepto de qué es la vida, se puede decir que se trata de un cúmulo de experiencias que se recopila a medida que pasan los años. Por lo que, de acuerdo al tipo de vivencias estas te convierten en el tipo de persona que eres hoy.
Entonces, ¿te has detenido a pensar, si las acciones que estás haciendo te acercan o te alejan del tipo de persona que quieres ser?
En la cotidianidad, no es muy común pensar en qué estarás haciendo dentro de un mes o incluso la próxima semana, es más frecuente preocuparse en lo que te gustaría tener o lo que quisieras ser en algún momento, siendo estas quizás las pequeñas proyecciones de vida que te invadan en un día normal. Sin embargo, también es extraño pensar todos los días sobre qué pasará en el futuro, incluso puede resultar un poco desesperante.
Lo que sí es de gran importancia, es tomarse un tiempo para cuestionarte qué quieres llegar a ser y cuál es el camino que consideras para lograrlo. Esta reflexión radica en que básicamente los seres humanos como especie estamos en una aparente carrera para alcanzar la felicidad y sentirnos realizados, por lo que, de acuerdo a nuestros gustos cada quien tiene un referente idealizado para lograr esa meta.
Aunque, por qué mejor no concentrarte en pequeños objetivos o placeres inmediatos, al final eso también te hace feliz. No obstante, cuando obtienes algo que te produce felicidad rápidamente, parece que se desvanece con la misma rapidez con la que llegó, por ejemplo, comerte un chocolate, este acto ciertamente resulta muy agradable pero cuando se acaba parece que se lleva con él la felicidad o incluso puede que te haga sentir mal las repercusiones que conlleva, como la del efecto de los dulces en el organismo.
¿Qué tiene de interesante entonces pensar a términos prolongados?
Puede que sea porque es diferente la forma en que te acerca a la felicidad. Esto debido a que pensar en plazos largos te exige plantearte una meta y con ello los pequeños objetivos para alcanzarla, de esta manera, a medida que vas cumpliendo cada uno, te puedes sentir más motivado e inspirado por conseguir el siguiente.
De allí que la felicidad no solo te espera al alcanzar la meta sino también en el proceso de obtener cada pequeño logro los cuales están orientados a una intención mayor, a un proyecto más grande del cual eres protagonista.
Puede resultar difícil establecer una meta y más aún el plan de acción para alcanzarla, sin embargo considero que el primer paso y quizás el más complejo que se debe tomar es empezar a transitar por un camino espiritual, en donde te preguntes y respondas con sinceridad quién eres, cómo te comportas, qué te apasiona, qué te molesta, qué te gusta, qué te motiva.
Lo que se busca con esas respuestas es conocernos a nosotros mismos, ya que partiendo de allí podemos realizar un proyecto de vida acorde a quién eres y con el simple hecho de trazar el camino para convertirte en quien realmente quieres ser, te sentirás feliz.
Por esta razón, si no te respondes fielmente a esas preguntas, sentirás malestar, ya que estarás diseñando un camino que no te corresponde o no es fiel a tus ideales.
En este proceso es esencial pensar con egoísmo, ya que comienzas a prepararte para lo que será el resto de tu vida.
Por lo tanto, pensar a largo plazo te ayuda a plantear un objetivo claro, el cual te permite saber qué direcciones tomar y no dejarte llevar por la corriente, es decir, tomar las riendas de tu vida, ya que trabajas por tu futuro activamente desde el presente.
Finalmente, es fundamental tomarte un tiempo para pensar en ti mismo, muy pocas veces se hace a profundidad, y realizar esa búsqueda interior te ayudará a utilizar lo que vas a descubrir como base para emprender el camino que quieres seguir en tu vida, mientras más claro tengas quien eres y qué quieres, más fácil serán las decisiones que tomes.
La invitación es a conocerte bien a ti mismo para que actúes de acuerdo a ello.
Autor: Ángel León